Castro se divirtió y aprovechó mejor que nadie las condiciones de la mar para arrasar a sus rivales. Urdaibai y Astillero se dejaron 18 segundos mientras que Orio, a 24, estará en la tanda de honor.
Daba gusto ver ayer la navegación de una embarcación roja montada de ola en ola empujada por trece remos que hacían sonar una melodía vencedora bajo el agua. Al unísono. Trece palas movidas como por un motor de muchos vatios y coordinadas por un sofisticado sistema que hacía avanzar la trainera rápido y como sin esfuerzo.
La Marinera se divirtió en Donostia. Con la isla a estribor y el Aquarium a babor, la vista de La Concha se abrió imponente a los ojos de Iker Gimeno. Pequeño pero máton. Enfiló La Marinera hacia la Bandera y la mancha roja que la familia arraunlari veía venir en la lejanía se convirtió en una trainera elegante navegando de manera majestuosa, surfeando sobre la alfombra roja de las olas más valoradas del Cantábrico.
Castró atravesó el tramo del Aquarium de ola en ola. Nadie al lado para inquietarle o impedirle variar su dirección. Entró destacada en la bahía. Saboreando el triunfo. Viendo en la lejanía la impotencia azul, amarilla y morada. Cada remada, una gozada. Y ventaja. Mucha ventaja.
Gran largo de Orio
El primer largo no vaticinaba la superioridad que vendría después. Si alguien fue más que los rivales, fue Orio. Por una calle odiada, traducieron su rabia en una demostración de potencia y pundonor hacia afuera. Salieron mejor que los demás, como casi siempre. Pero es que también eran los mejores tras pasar la complicada zona de puntas. A pesar del rebote. Por encima de la suciedad de un incordio de mar.
La igualdad se empezó a deshacer tras la ciaboga. Urdaibai cogió la primera ola amenazando con repetir una película que ya hemos visto muchas veces en la presente temporada. Pero los papeles se cambiaron y fue Castro quien empezó a aprovechar mejor las olas a popare. En los primeros minutos tras la ciaboga asistimos a una lucha de poder entre las dos primeras tripulaciones de la Liga San Miguel por las calles centrales. Dos potencias pujando por las mismas olas.
Orio empezó a acusar el derroche del primer largo, y San Pedro siguió precipitado, con prisas y sin acertar a disfrutar con la remada que le ha llevado tan arriba durante este verano. Los tiempos finales dicen el resto.
Tanda emocionante
Antes, en la primera tanda, asistimos a lo que fue. Y, sobre todo, a lo que pudo ser. Hondarribia puso contra las cuerdas a la favorita, Astillero, y nos hizo disfrutar recordando por qué nos gusta este deporte. Lo que eran diez segundos en la ciboga se convirtieron en dos antes de la mitad del segundo largo. La grandeza de la mar. Remo en su máxima expresión. Una tripulación gestionando las olas, buscando la buena dirección, el equilibrio y la velocidad allá donde el bote desliza más y la remada se ablanda.
Astillero no se encontró en ese contexto tan cómodo hasta llegar a la altura del Aquarium. Allí sí. E$ncontró dos olas que le permitieron exhibir su potencia y profundidad de remada. Conseguir una velocidad punta al alcance sólo de la San José. Las mismas dos que dijeron adiós a la Ama Guadalupekoa, quien a su vez tuvo que decir lo propio a la tanda de honor. Lo que pudo haber sido.
Astillero fue cuarto en la ciaboga, a pesar de liderar la tanda con holgura. Y es que el viento volvió a llevar la contraria a la lógica. Se calmó en el intervalo de tiempo comprendido entre el final de la primera tanda y el principio de la segunda. Después del vuelo de altura de La Marinera, inigualable ayer, la vuelta de Astillero y Hondarribia fueron las mejores.
En definitiva, espectáculo. Y lo volverá a haber la semana que viene. Seguro. El escenario, el mismo. Los protagonistas, también. El guión, vayan a saber.
